En el Día Mundial del Perro Callejero, una emotiva carta

En el Día Mundial del Perro Callejero, un lector se comunicó con nuestro portal y nos envió una nota que queremos compartir con todos ustedes:

Carta de un perro abandonado

Hola, soy una perra y te quiero contar mi historia.

Me gustaría presentarme por mi nombre, pero no tengo, algunos me dicen negra, otros fuera de ahí y otros…perro de mierda.

Mi historia comenzó así, mi mamá vivía en un campo y su familia nunca la quiso castrar, decían que no iba a servir para trabajar. Cuando se enteraron que iba a ser mamá la abandonaron en un basural a la orilla de un camino, ahí nacimos con mis hermanos.

Pasaron los días con hambre y frío, la comida era difícil de conseguir. Algunos de mis hermanos murieron enfermos, otros de hambre y atropellados en el camino.

Un día unos niños me levantaron, pensé que mi vida cambiaría, pero fui engañada.

Llegue a una casa donde no hubo comida ni caricias. Al contrario, me encadenaron como un preso, sin un techo, sin agua, solo unos huesos pelados para engañar el estómago.

Mi libertad era condicional, solo algunas veces que me soltaban para ir a cazar. Me sentí afortunada cada vez que atrapé una liebre, por fin tenía algo para comer. Pero no eran para mí, cuando me disponía a comerla, recibía golpes para que la suelte.

Mi cuerpo debilitado no resistía más, caí en una trampa cepo, mutilada y herida no podía caminar. En ese momento fui abandonada a la suerte, lastimada, con frio y con hambre.

Comencé un camino de vandalismo, o así lo considera el humano.

Cuando fui cachorra viví en un basural, esto es lo que conocía, entonces comencé a revolver la basura buscando algo para comer. La gente dice que soy dañina, yo no sé qué significa eso, yo solo tenía hambre y buscaba algo para comer en la basura.

Al igual que a mi mamá, a mí no me castraron, fui perseguida constantemente por perros, los humanos se enojaban conmigo porque decían que por mi culpa había accidentes, yo solo quería escapar del acoso.

Quede embarazada, a mi hambre se le sumaba el hambre de mis 9 cachorros que en mi vientre necesitaba alimentar.

Necesitaba algo para comer, y tuve que matar un animal. Tenía hambre, mucha hambre, mis tripas sonaban, nunca en mi vida había comido tanto.

Yo no quería causar daño, solo tenía hambre, pero al dueño de los animales le molesto. Escuché un estruendo muy fuerte y sentí un dolor muy grande, perdí la visión, me falta el aire, todo se vuelve oscuro.

Tengo frío, mucho frío. Me estoy muriendo, es una muerte lenta, estoy demasiado herida para continuar, pero no lo suficiente para evitar esta agonía. Mi muerte es lenta, me queda poco tiempo.

Antes de irme solo quiero pedirles perdón, por no haber tenido una familia. Yo no quise que esto fuera así, yo no quise ser “una abandonada”.

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