Una Pandemia; «Una oportunidad histórica para todos» / Por el Dr. Fernando Araneo

De pequeño siempre quise ser médico. A los cuatro años le decía a mi abuela que cuando creciera la iba a curar de todas sus enfermedades. Leí mi primer libro de medicina a los 13 años, era de medicina legal por el trabajo de mi padre; aún conservo ese libro tan interesante. La vida siguió su curso, y mientras me encontraba en quinto año de la secundaria comencé el ingreso a medicina.

Hice una hermosa carrera, conocí gente maravillosa con la que aún me relaciono y junto a quienes descubrí que la medicina era realmente mi vocación. La vida laboral me llevó por varios caminos y, en ese recorrido, aprendí que ser médico también implicaba defender y solidarizarme con mis compañeros y colegas. Así fue cómo me volqué –sin abandonar nunca mi profesión- a la tarea gremial.

Comprendí que el sindicato es una herramienta indispensable para defender nuestros derechos, sobre todo en tiempos en los que la banalización de la medicina deteriora nuestra profesión de manera alarmante. Este deterioro se ve, y de forma creciente, en las acciones tanto de los políticos de turno que recortan presupuesto para el sector, como en las de los empresarios que aumentan sus ganancias a costa de ajustar los salarios y condiciones laborales de los médicos, eliminando prestaciones y reduciendo personal en los centros de atención.

Hoy, corriendo el año 2020, con 40 años y 17 de profesión, me toca vivir mi segunda pandemia en la Argentina. Mi interés por el nuevo coronavirus (causante de la enfermedad CODV-19) comienza en enero de este año, cuando empecé a seguir los casos de Wuhan (China) y su expansión hacia resto del mundo, analizando las publicaciones científicas y estadísticas registradas. Y, por supuesto, rápidamente surgió mi inquietud sobre el posible impacto en nuestro país: ¿qué pasará cuando llegue a la Argentina?, ¿estaremos preparados?, ¿el sistema de salud estará a la altura de las circunstancias? Al surgir los primeros casos en el país se notó un cierto aire de desconcierto y temor en el ámbito médico, lo que indefectiblemente me llevó a cuestionarme, una vez más, si el sistema de salud nacional estaría preparado para enfrentar esta pandemia.

En ese punto se hizo inevitable topar con la realidad: la situación de precariedad y las malas condiciones que trabaja el médico en la Argentina, la falta de insumos, el desinterés de los empresarios para tener un sistema de salud privado acorde a los que los usuarios pagan, entre tantas otras. El médico como fusible, como variable de ajuste, muchas veces últimos para ser tenidos en cuenta, tantas veces al margen y banalizados en nuestros saberes y capacidades. Sectores donde se trabaja casi de forma esclava, con salarios por debajo del nivel de pobreza y trabajando más horas que las que estipula la ley de contrato de trabajo, sin percibir los sueldos correspondientes por realizar las tareas, sin las coberturas dignas que se merece un profesional e incluso donde la precarización llega al extremo con el trabajo en negro.

El contraste es muy fuerte; por un lado, los médicos subvalorados o incluso explotados y, por el otro, los empresarios “de la salud” que siempre quieren ganar un poco más a costa del sacrificio de otro. Hace doce años que participo en el sindicalismo y lucho, junto a mis compañeros, por mejorar las condiciones de trabajo de los médicos, para lograr que el médico sea considerado un trabajador y que, por ende, tenga salarios dignos acorde a su tarea. Hoy, ante esta pandemia, en medio de una crisis sanitaria muy importante que viene desangrando la salud hace años, una vez más “el pecho a las balas” lo ponemos nosotros, los médicos.

Pero a pesar de eso seguiremos adelante, aunque las autoridades políticas y empresariales quieran hacernos sentir que somos mano de obra barata cuando nos dicen “che, andá y solucioname este problema”. Estamos enfrentando una pandemia, pero cuando esto pase, será nuestra obligación sacar conclusiones y ayudar a la gente a entender que la salud es verdaderamente primordial.

Tenemos que estar unidos y conseguir que las autoridades políticas entiendan, de una vez por todas, que la salud, el trabajo y la educación son los tres pilares para que un país funcione. Debemos organizarnos para que los médicos tengamos el lugar que nos corresponde; esa lucha podrá ser dura, pero no por eso imposible.

Convoco a todos los colegas para crear conciencia de que unidos y sindicalizados podemos lograr que estas cosas no vuelvan a pasar, que esta situación se convierta en el principio de un cambio radical en la profesión médica. Busquemos la fuerza allí, en nuestra pasión, en esa que sentiste como yo, cuando a mis cuatro años decidí ser médico para salvar vidas.

N. de la R; por Fernando Araneo Médico / www.ayacuchoaldia.com.ar

1 Commentario

  1. «Salud, Trabajo, Educación». Valores implícitos para una sociedad coherente.Valores implícitos qué nos identifica como Pais. Sino, seremos apenas un territorio. De todos nosotros depende la elección. «Coronados enfermamos»…¡Oh…Juremos con Gloria…VIVIR.!

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