Este miércoles 1/5 se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores en homenaje a los llamados Mártires de Chicago. A finales del siglo XIX, el lema era: “Ocho horas para el trabajo, ocho para el sueño y ocho para la casa”. Pero nada de eso ocurría.
Por entonces los empleados en los Estados Unidos tenían que cumplir agotadoras jornadas de 12, 16 y hasta 18 horas. La única limitación que había en algunos Estados era la prohibición de que una persona trabajara 18 horas seguidas sin una causa justificada. La multa por obligar al empleado a esa jornada era de 25 dólares.
El Día Internacional del Trabajador conmemora el 1º de mayo de 1886, fecha que marcó un antes y un después en la historia del movimiento obrero organizado. Aquel día comenzó una huelga en reclamo de la jornada de 8 horas que se extendió hasta el 4 de ese mes, cuando se produjo la Revuelta de Haymarket que terminó con la ejecución de un grupo de sindicalistas anarquistas, bautizados posteriormente como los Mártires de Chicago.
Samuel Felden, Oscar Neebe y Michael Scwab recibieron largas penas en prisión. George Engel, August Spies, Albert Parsons, Adolf Fischer y Louis Lingg, quien a último momento se suicidó en su celda, fueron destinados a la horca.
La fecha elegida no fue la de su muerte, sino el 1° de mayo, cuando junto a cientos de miles de obreros estadounidenses, en 1886, pararon el país para reclamar las 8 horas de trabajo.
Los reclamos obreros no eran nuevos. A fines del siglo XVIII, los trabajadores se habían manifestado frente a las tremendas condiciones laborales que trajo la Revolución Industrial en Gran Bretaña.
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