El desalojo del fútbol

Por Mauricio Oruezabal, periodista de Rauch: La improvisación de las decisiones políticas en Rauch alcanzó, sorpresiva e inesperadamente, a su fútbol. Hoy, el municipio señaló al terreno entre Balcarce, 9 de Julio, 25 de Mayo y la ruta 30 como la solución a uno de sus últimos dolores de cabeza: El problema habitacional. De esta manera, el percudido Estadio Municipal, tiene fecha de vencimiento. La nueva función de esta hectárea será la de albergar a 23 familias en el marco del plan PRO.CRE.AR, para la construcción de su vivienda.

Así se lo comunicaron a éstas los funcionarios de un gobierno, que urgido por sus propias incompetencias, omitió lo relevante que significa para el fútbol, ya que no presentó una alternativa reparadora a este despojo.

Es que ese cuadrado era perfecto para salir airoso del conflicto. Basta con indagar el plano para observar que el Estadio se encuentra enclavado dentro del casco urbano, absorbido luego de más de 30 años de crecimiento, ya sin su carácter de aledaño, con el que contaba en el momento de su construcción. También cuenta con todos los servicios, punto a favor para los futuros beneficiarios. Y lo más importante para este gobierno, acallaba el reclamo sobre el paradero de los fondos de la retroalimentación del PRO.CRE.AR, para el futuro terreno. La solución apareció, pero el dinero aún no.

Poco le importó lo que se encerraba entre los cuatro paredones en esa manzana. Cuestión menor, irrelevante. Para solucionar con el mismo modus operandi con el que se vienen desempeñando estos últimos años: Considerarlo un mal menor a resolver posteriormente. Tirar la pelota para delante, si vale el eufemismo futbolero. Es por eso que quienes tomaron la decisión no le anticiparon a la Liga Rauchense de Fútbol planificación alguna ante semejante medida. Ni siquiera fue considerado una molestia, un impedimento. Determinación ciega sin considerar consecuencias. Al fútbol se lo desalojó. Su suerte, a la calle.

En los días posteriores puede aparecer el futuro reducto para nuestro fútbol. Pero verá la luz de la misma manera que se indicó el terreno para las viviendas, con respuestas a medias, opciones remendadas, y apuradas por la presión del entorno demandante. Siempre maniatados por el apremio de sus urgencias, todo acrecentado ante la falta de previsión.

Al hecho que de que esta gestión es una pelota vieja, la cual no soporta más parches, se le suma su falta de interés con respecto al Estadio. Ahora la cancha lindante al Polideportivo se ofrece como una opción seductora, cuando siempre fue considerado una anomalía heredada de mandatos anteriores, espacio indigno inclusive para corregir. Pero antes bastaba con esta estructura debilitada por el paso del tiempo y el abandono dirigencial,  al que apenas se retocó cuando San Lorenzo jugó el Torneo del Interior, y de cuyas modificaciones sólo quedan los recuerdos. En este escenario corroído, desprovisto de luz, baños y tribunas, se juega al fútbol todos los fines de semana, y nunca se recaló en ello. Por cierto, su remoción va a tardar en ser efectiva, aunque pelee con las intenciones de quienes obviamente quieren comenzar a edificar cuanto antes, por lo que algún descuidado o curioso puede ir a observar en el estado en el que se encuentra y a los bohemios que se obstinan a seguir gambeteando allí.

Es por eso que el ambiente futbolero local, aquellos que lo sienten como un punto de reunión los sábados y domingos, está inevitablemente desahuciado. Y no porque se le quita un territorio tradicional e histórico ante la promesa de uno igual o mejor, si no porque esta acción subraya lo que significa esta pasión de pocos para el gobierno: La nada misma. El tiempo se detuvo en el nuestro fútbol hace tiempo. Gracias a funcionarios tan inútiles como el reloj que se rompió. Y rotó como está, al menos este reloj hace las cosas bien dos veces al día.

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