De acuerdo con los especialistas en agroindustria del INTA, para 2025 se avecinan cambios bruscos en los sistemas productivos como consecuencia del incremento de la demanda mundial de alimentos, de biomasa y de energía renovable. A lo que se le suma la variabilidad climática, intensificada por los años.
En este contexto, las maquinarias cumplirán un rol trascendental en el que se robotizarán con una mayor capacidad de trabajo, se volverán más livianas –para evitar agresiones al suelo– y serán construidas con biomateriales tales como las aleaciones, los bioplásticos y las fibras vegetales. Todas las novedades del INTA para el sector en la Exposición Rural del 16 al 31 de julio.
Para Mario Bragachini –coordinador del programa “Procesos tecnológicos para agregar valor en origen en forma sustentable” del INTA Manfredi, Córdoba– “la agroindustria sufrirá avances revolucionarios de la mano de la electrónica, el software, las comunicaciones y la conectividad, además de una mayor robotización con sensores innovadores”.
“La inteligencia artificial llegó para quedarse en el sector metalmecánico”, aseguró el especialista en agroindustria quien agregó: “En la próxima década se producirá una revolución tecnológica en la maquinaria agrícola global que provocará cambios en los paradigmas productivos, comparables a los producidos por la irrupción del tractor gasolero con asistencia hidráulica en las décadas del ´50 y ´60”.
Es que, para las próximas décadas será fundamental conocer la micro-variabilidad del suelo y los cultivos, poder escanear los granos a fin de detectar impurezas, contenido de aceite y proteína, el estado nutricional de un cultivo o la presencia de malezas.
También estaremos hablando de sensores que guíen a las máquinas entre líneas de cultivos –según la lectura de hormonas– para recoger sólo la fruta madura o que la ayuden para su autorregulación, que detecten insectos en granos almacenados.
O bien, sensores remotos a bordo de drones con cámaras multiespectrales o aquellos destinados para la ganadería de precisión que detecten el estado corporal de los animales o conformen robot de ordeño automático. Además, los satélites de alta resolución espacial y temporal.
“La información recolectada por los sensores alimentará un software con inteligencia artificial capaz de transformar eso datos electrónicos en información agronómica útil en tiempo real, chequearla con una biblioteca online para, luego, elaborar un diagnóstico”, explicó Bragachini.
Como consecuencia, se modificará automáticamente el comportamiento de las maquinas a fin de corregir lo que sea necesario: desde la dosis de un fertilizante o un fitosanitario por la detección de presencia de insectos o malezas hasta la cantidad de estiércol orgánico, según el suelo.
“Todo esto y mucho más constituye una parte de la complejidad de las máquinas del futuro”, indicó el técnico de Manfredi.
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