Once años después de que las primeras unidades del Falcon salieran de la línea de ensamblaje en Argentina, esta versión fue una expresión audaz de deportividad y rendimiento.
En el corazón de los argentinos late un vínculo especial con el Ford Falcon, un vehículo que se convirtió en un ícono de las calles y las pistas, forjando una historia de éxito y devoción que perdura a lo largo de los años. Entre todas las versiones que protagonizaron esta epopeya automotriz, el Falcon Sprint emerge como la versión más emblemática de este modelo.
Fabricado durante 29 años en la planta de Pacheco, el Ford Falcon tuvo una producción de 494.209 unidades. Su impacto se hizo sentir tanto en las vías urbanas, donde su presencia variada y versátil se convertía en sinónimo de estilo y robustez, como en el Turismo Carretera, donde el Falcon brilló con luz propia al punto de lograr 24 títulos.
Entre todas las versiones del Falcon que se fabricaron en el país, el Sprint se destaca como un diamante pulido. Apareció en 1973, once años después del inicio de su producción en tierras argentinas.
Su propósito era claro: ser una versión deportiva para deslumbrar a los amantes de la velocidad. Basado en el Falcon Futura, el Sprint incorporó la mecánica 221 SP (Special Performance), desatando un rugir de 166 CV de serie.
Lo más fascinante del Falcon Sprint era su identidad única en comparación con su contraparte estadounidense. En 1972, Argentina vio un rediseño que no tuvo eco en los Estados Unidos, marcando el inicio de un capítulo auténtico.
Las franjas en el capó y los laterales, que posteriormente desaparecieron en 1975, le otorgaban el Falcon Sprint con un espíritu audaz y enérgico. La oferta de colores vibrantes, como el naranja y el azul, rompía con la monotonía y proyectaba una personalidad única en cada esquina.
La parrilla negra con luces de giro naranjas, las luces altas halógenas, las llantas de 14″ con neumáticos de perfil más bajo, el tablero con tacómetro y el elegante volante deportivo se convertían en elementos que elevaban la experiencia de conducción a nuevas alturas.
Las butacas exclusivas de cuerina y los detalles como el reloj de presión de aceite y amperímetro añadían un toque de lujo a la cabina, haciendo del Falcon Sprint una obra maestra sobre ruedas.
En los Estados Unidos la versión inicial del Falcon Sprint se lanzó a mediados de 1963. Nació con el propósito de inyectar más deportividad a los compactos, en un momento en el que el Mustang aún no existía.
Equipado con un V8 de 4.3 litros y 164 CV proveniente del Fairlane, esta versión única se volvió aún más especial con solo 10.479 unidades de techo duro y 4.602 convertibles fabricadas.
Aunque el tiempo ha pasado y la producción del Ford Falcon ha llegado a su fin hace años, su legado vive a través de versiones como el Falcon Sprint. Sus líneas elegantes, su potencia desbordante y su espíritu indomable continúan conquistando corazones, recordándonos que no es solo un auto, es una leyenda que perdura a través del tiempo.
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