El recuerdo del Dr. Ángel Saúl “Queque” Cordero – Orígenes de la Fiesta del Ternero y la primera presidencia

Realizada 16-6-2021 y actualizada 10-3-2024. La partida del Dr. Cordero fue otro durísimo golpe que nos dio 2021…No fue solo una desaparición física. No fue solo el fallecimiento de una persona. Ha sido y será un ejemplo de vida familiar, como profesional, excelente docente, buen amigo y apasionado de su trabajo. Con conocimientos de un adelantado para su época, tuvo tiempo para los suyos, para la Fiesta del Ternero siendo su primer presidente, dejando un legado de amor, compromiso, conocimientos y ser de singulares características.

Nos parece escucharlo hablar. Con su sombrero, sus pañuelo al cuello y sus botas siempre. Con su forma de hablar pausada, haciendo docencia con su sola presencia. Apasionado, comprometido, solidario, transmitió y transmitirá siempre su aspecto de hombre bueno en el recuerdo de nuestra comunidad. En sus hijos y nietos dejo un ejemplo de forma de vida y respecto a la familia. Un ser que supo siempre lo que quería y tuvo el gran don de saber transmitirlo, y hacer lo que le gustaba dejando lo mejor de él.

Un poco de historia

La Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra fue celebrada por primera vez en mayo de 1969, pero el proceso que le dio origen se remonta a un período previo. En el año 1967 se produjo una multitudinaria celebración de la yerra en la estancia San Bernardo de los hermanos Alejandro y Ricardo Araoz, dos productores ganaderos (criadores) de Capital Federal.

La marcación de terneros no se limitaba sólo a satisfacer una necesidad de índole económica. El período de la yerra constituía, además, una celebración en la que se fortalecían las relaciones sociales propias del mundo rural de la época. Fue la yerra una de las celebraciones que, a pesar de las transformaciones sufridas en el mundo rural, perduró al menos hasta entrada la década del sesenta del siglo XX.

La yerra se realizaba en otoño. En grupos, los peones enlazaban el pescuezo y las patas del ternero y lo arrojaban al suelo. Al grito de “Aquí viene la yerra”, un peón empuñaba el hierro con precisión y marcaba cada animal en los cuartos traseros (Slatta, 1985: 73-74). Así, la yerra se convertía en un momento de sociabilización y de intercambio cargado de prácticas propias del mundo rural; era la ocasión en la que el patrón expresaba la generosidad de su persona a partir del convite, de la celebración de una fiesta donde la música y la comida ocupaban el centro de la acción, y los peones y vecinos hacían gala de sus destrezas en el baile y la jineteada.

En aquella celebración de la yerra en la estancia San Bernardo se originó la idea de que Ayacucho tuviera una fiesta. Productores ganaderos, empresarios, figuras públicas y vecinos del sector rural del partido de Ayacucho le dieron forma. Tras la firma de un petitorio en el cual los asistentes manifestaban su inquietud por la realización de una fiesta que celebrara al hombre de campo, el intendente Schoo Lastra, que había sido participe de la celebración por ser amigo cercano a los Araoz, fue el encargado de darle entidad.

En primera instancia, el objeto de esta celebración era rendir homenaje a la labor del hombre de campo, a través de los elementos característicos que, según quienes conciben la fiesta, dan cuenta de ella: el ternero y la yerra. El ternero se convierte en un objeto de celebración debido a la significación que tenía su presencia en la estancia San Bernardo.

La yerra, por su parte, era una de las expresiones más características de la ruralidad; en ella, como sostuvimos anteriormente, el hombre de campo mostraba sus habilidades con el lazo y el caballo. Pero además era uno de los eventos en el que se reafirmaban los vínculos entre los vecinos.

Las gestiones para la realización de la fiesta comenzaron en la gobernación de la provincia de Buenos Aires. En un primer momento, la idea de quienes habían firmado el petitorio era crear el “Día de la Yerra y Fiesta Provincial del Ternero”. Sin embargo, tras su paso y aceptación por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, el 17 de mayo de 1968 se decretó desde el Poder Ejecutivo Nacional la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra.

A partir de ese momento, un conjunto de ciudadanos interesados en la realización de la fiesta se nuclearon en una comisión promotora y emprendieron la realización de asambleas para las cuales solicitaban la concurrencia de toda la comunidad. El objeto de estas asambleas era conformar una comisión mayor que se encargaría de llevar adelante la organización de la fiesta.

Tras una serie de fallidas reuniones en la sede municipal, los integrantes de la comisión promotora decidieron realizar las reuniones en diferentes clubes locales con el fin de hacer público conocimiento a la comunidad y sumar adherentes para la celebración de la fiesta.

La citación se dio el 6 de febrero de 1969 en la sede del Club Independiente. La convocatoria estaba destinada principalmente a las instituciones deportivas, gremiales y culturales, a las firmas consignatarias de hacienda, productores agropecuarios y al pueblo de Ayacucho que estuviera interesado en la celebración de la fiesta. A la asamblea concurrieron más de ochenta personas. En primera instancia, el presidente de la comisión, Ángel Cordero, dio lectura a las diferentes gestiones desarrolladas que habían convergido en el decreto de carácter nacional. Luego se comentaron los actos que formarían parte de la celebración del 3 y 4 de mayo. Los asistentes a la asamblea votaron por unanimidad la realización de la fiesta y también, ante la necesidad de creación de una comisión ejecutora, eligieron que ésta estuviera conformada por los mismos integrantes que la comisión promotora.

La fiesta se celebró por primera vez los días 3 y 4 de mayo de 1969. La emergencia de la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra, como ya se señaló, fue producto de los intereses comunes de funcionarios públicos, empresarios ganaderos, productores agropecuarios y otros profesionales vinculados al mundo rural (rematadores, asesores veterinarios, encargados, entre otros) y de referencia en la ciudad.

Las fiestas son una de las tantas manifestaciones del ser humano. Son un producto social y por ende su ciclo vital está sujeto a la dinámica propia de esa sociedad. La Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra, no se aísla del momento histórico en el cual emerge. La sociedad de Ayacucho estaba atravesando por una profunda transformación, característica de gran parte de la provincia de Buenos Aires, en la cual las localidades pequeñas y medianas sufren un estancamiento en el crecimiento de la población, en detrimento de otras ciudades que se empiezan a perfilar como grandes centros urbanos (Gran Buenos Aires, Tandil, Mar del Plata, Necochea). El perfil económico de la región también sufre transformaciones.

En la región pampeana, la incidencia de los propietarios en la explotación directa de sus propiedades pasó de representar el 35 % de los productores en 1937 al 71 % en 1969. Por otra parte, la población activa ocupada en el sector primario se redujo en la provincia de Buenos Aires, entre 1937 y 1960, a un 51 %. La presencia de ganado vacuno aumentó sistemáticamente entre 1949 y 1970. Los factores que permitieron este crecimiento fueron, entre otros, el incremento de praderas artificiales, la transformación de la composición de las razas asociada a las demandas del mercado interno y los cambios tecnológicos que se dieron en la industria frigorífica, y los cambios en las políticas hacia el sector, entre otros (Barsky y Gelman, 2005;337-338).

Por otra parte, la intervención del municipio significó el alejamiento de la fuerza política que había gobernado durante 18 años casi ininterrumpidos a la comunidad: la Unión Cívica Radical.

La celebración

Las formas que presenta la primera celebración de la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra están vinculadas al sentido que quienes organizaron otorgaron a la fiesta. Ese sentido se manifestó en el significado que adquirió el objeto que es celebrado, en los distintos momentos de la celebración, en los discursos que hablaban de la fiesta, en el lenguaje, en los símbolos, en las vestimentas que se utilizaron durante el tiempo festivo.

La fiesta se constituye como una reafirmación identitaria de las comunidades que están en procesos de transformación. Como sostiene Hugo Ratier (Ratier, 2004; 120)

Central en estas celebraciones es la actividad criollista, los desfiles y jineteadas, la comida típica centralizada en el proverbial asado. Funciona aquí un circuito redistributivo corporizado en la donación de vaquillonas por los estancieros, materia prima transformada por la baquía de los asadores vernáculos que en la alta madrugada lidian con el fuego y los costillares, o con la vaca con cuero, de importancia quizás más ritual que alimenticia, toda una prueba de fuerza para quienes la preparan. Esos servicios suelen no pagarse en dinero, sino con el acceso libre a la comida.

En el cronograma de la primera edición de la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra se nota la significación de este mundo rural que se está celebrando. La recurrencia a los fogones populares, las destrezas criollas, el desfile tradicional, la elección de la reina, entre otros, era frecuente en las fiestas vinculadas a la producción que se realizaban en ese tiempo. Un acontecimiento inmediato a la realización de esta fiesta, y que de alguna forma será un antecedente a la celebración, es el festejo del Centenario de Ayacucho en 1966, en el cual distintos eventos, impulsados en primera instancia por una comisión encargada de los festejos del centenario y por diferentes instituciones, atrajeron la participación de la ciudadanía. El programa incluía la realización de una jineteada y la presencia de delegaciones de diferentes centros tradicionalistas, las encargadas de llevar adelante los llamados “fogones criollos en distintos lugares de la ciudad, en horas de la noche, con cantos y música vernácula” (La Verdad, 1° de junio de 1966). Se sumaban el gran desfile criollo y la elección de la Reina de la Tradición y la Reina del Centenario.

La realización de cada uno de estos eventos estaba a cargo de subcomisiones dentro de la Comisión organizadora. Cada una de ellas debía resolver cuestiones que atañían a la logística de la fiesta.

La exposición de terneros, la demostración de la yerra, las jineteadas, el almuerzo criollo conformaron los principales sucesos de la primera edición de la fiesta. Estos acontecimientos recreaban propiamente las tradicionales yerras de convite, en las que, tras finalizar la marcación de los terneros, se daba lugar a un momento de sociabilización y de intercambio cargado de prácticas propias del mundo rural.

El almuerzo criollo constituyó uno de los encuentros más esperados por los productores ganaderos, ya que allí se reunían los representantes del poder económico y político: autoridades nacionales y provinciales, productores, empresarios ganaderos, entre otros.

Muchos de los debates que allí se desarrollaron eran tenidos en cuenta para la posterior toma de decisiones referidas a la actividad rural.

La realización de reuniones específicamente orientadas a debatir la problemática agropecuaria constituyó uno de los más serios aportes de la Fiesta a la clarificación del complejo panorama en que se desenvuelve la producción ganadera. La organización de estas reuniones estaba a cargo de la Sociedad Rural de Ayacucho.

A la par de este almuerzo se realizaron los tradicionales fogones populares, en diferentes puntos de la ciudad, organizados por los clubes locales e instituciones en general.

De aquí y de allá van surgiendo columnas de humo y la ciudad se envuelve en el grato aroma de la carne asada, mientras la multitud va tomando ubicación para el banquete gaucho (Carpeta Oficial de la primera edición de la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra).

La jineteada era uno de los acontecimientos que se destacaron en la primera edición de la fiesta por la gran concurrencia de espectadores. Allí se manifestaban las destrezas del hombre de campo y su habilidad en el dominio del caballo. Jinetes como Ciriaco Cuevas, Juan Ángel Rúa, Rogelio Lamenza, Oscar Esteberena son algunos de los nacidos ayacuchenses que lograron su fama en esta actividad.

Tanto en la realización de los fogones populares como en el Desfile de Carrozas se hicieron presentes con su aporte diferentes clubes locales que adhirieron a la celebración. Los principales fueron: Club Independiente, Club Atlético, Club Estudiantes, Club Social, Club Sarmiento, Club El Cardal de Solanet, Club Ferroviario, Club de Pesca, Club Defensores. Cada una de las carrozas que presentaban estos clubes llevaba a la representante elegida por la entidad para intervenir en la elección de la Reina Nacional del Ternero y Día de la Tradición.

En el Desfile de Carrozas se ven identificadas las principales instituciones que formaban parte del patrimonio cultural de ese entonces, ya que en él confluían las representaciones sobre la identidad de quienes organizaron la fiesta (la tradición rural) pero también se incorporaron otras representaciones con las que la comunidad de Ayacucho se identificaba en general. Participaron de él carrozas, jinetes, escolares, tropillas de caballos, delegaciones de agrupaciones tradicionalistas, clubes, colectividades, entre otras.

Es así que el desfile se convirtió en el evento por excelencia de la fiesta donde “el mundo es percibido, pues, como un escenario en el cual se actúa y del cual forman parte factores físicos y metafísicos, históricos, sociales, culturales e ideológicos” (Azor, 2001; 86).

La elección de la reina nos habla más de la sociedad moderna que de la tradición rural que se busca resignificar. Constituye el punto de encuentro entre esas tradiciones rurales que se están reivindicando y las vicisitudes de la sociedad contemporánea. La fiesta consagró y coronó a la más bella.

La elige para representar al evento, al Partido, y a una honrosa actividad, a la mujer rural, símbolo permanente de la belleza y exponente de una formación espiritual y educativa que, cada día, adquiere mayor significación.

Como antecedente de la elección de la Reina Nacional del Ternero y Día de la Yerra, corresponde señalar que durante el Centenario de Ayacucho se había producido la elección de la Reina del Centenario y de la Reina de la Tradición. Por otra parte, los Bailes de las reinas eran típicos en los clubes de entonces. Además, un evento característico de la región era la elección de la Reina del Trigo durante la celebración de la segunda Fiesta Regional del Trigo en 1968, en la localidad de Comandante Nicanor Otamendi de la provincia de Buenos Aires.

Para la elección de la reina, los partidos “trigueros” del sur bonaerense (Ayacucho estaba considerado entre ellos) enviaban a una representante o princesa. En el caso de Ayacucho, fue elegida durante la celebración del “Baile de las Reinas” organizado por el Club Atlético. Señalamos esto porque quien fue elegida reina de la primera edición de la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra había sido proclamada en 1966 Reina del Centenario de Ayacucho y en 1968, princesa de la Fiesta Regional del Trigo en Otamendi.

La Exposición de terneros de destete y la Exposición industrial, comercial y artística tuvo también un lugar preponderante en el desarrollo de los festejos. Estas exposiciones estaban directamente vinculadas a lo económico, ya que en ellas se presentaban los resultados de las actividades económicas de Ayacucho y la región. La Exposición de Terneros de Destete fue realizada por la Sociedad Rural de Ayacucho, en adhesión a la fiesta. Allí, se procedía a la premiación de los expositores y era un lugar por excelencia para la comercialización del ganado.

En la exposición participaron los principales criadores de las razas vacunas Aberdeen Angus, Hereford, Shorthorn y Holando Argentino de la región. Esta exposición resultó ser la primera exposición de terneros de destete de Ayacucho, en la cual se presentaban terneras de cría, machos para invernada y gordos de “excepcional calidad”.

La quema del Monumento Pirotécnico al Ternero fue el acontecimiento final de la celebración. La idea de su realización fue tomada de los festejos de las fallas valencianas que año tras año se recreaban en la ciudad de Mar del Plata.

En el momento de la celebración de esta primera fiesta se observa el discurso dominante de una sociedad que se construyó, se desarrolló y se involucró en el mundo a partir de los productos que surgían del mundo rural.

La palabra del Dr. Cordero al finalizar la primera Fiesta

Así concluyó la primera celebración de la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra, caracterizada por quien era presidente de la comisión como(…) . Dijo el Dr. Cordero; Mucho más que un simple encuentro popular: es la manifestación espontánea y entusiasta de todo un pueblo que convive con lo tradicional y en donde la tarea rural cotidiana pasa a ser durante esos días una explosión de autenticidad y criollismo (Cordero, 1969).

Consideraciones finales

En este artículo hemos abordado el contexto histórico en el cual emerge una de las festividades características del sudeste de la provincia de Buenos Aires, la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra. Como otras fiestas que emergen en esta provincia, los elementos que en ella se celebran se vinculan con la producción económica característica de la localidad.

¿Por qué se celebra el objeto que es celebrado? ¿Quiénes son los que han significado ese objeto? ¿Quiénes son los que piensan la fiesta? ¿Toda la comunidad significa de igual manera los objetos que son celebrados? Estos son algunos de los interrogantes que nos planteamos para el análisis del contexto histórico previo a la realización de la fiesta. La Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra nace en una particular coyuntura política, social y económica que afectaba no sólo al partido de Ayacucho en particular sino a la Argentina en general. A nuestro entender, quienes piensan la fiesta son parte de ese mundo agrario que estaba transformándose y por ende, en esa celebración intentan plasmar sus representaciones sobre la realidad, siendo los elementos de la tradición rural parte identitaria de ellas.

Desde sus inicios la Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra fue entendida como una de las expresiones más categóricas de las tradiciones propias que hacían a la identidad local. La tradición se recreaba a partir de la participación de la comunidad en diferentes actos, como la declaración de la yerra, la participación en peñas de música folclórica, la asistencia al desfile en el que convergían las expresiones de la cultura local, la elección de la Reina de la fiesta, la presencia de fogones populares y ferias, entre otros. Estos acontecimientos, muchos de carácter simbólico e incluso ritual, permitieron significar un conjunto de prácticas propias del agro pampeano, como el comensalismo presente en las yerras de convite o las destrezas criollas características de la actividad del hombre de campo, en toda la comunidad de Ayacucho, inculcando ciertos valores y legitimando ciertas instituciones y sectores de la sociedad.

Ese mundo rural sufrió importantes transformaciones en la segunda mitad del siglo XX, impulsadas sobre todo por la cambiante coyuntura internacional, la crisis institucional que atravesó el país y los consecuentes cambios en las políticas económicas desarrolladas por los distintos gobiernos. El campo no volverá a ocupar en este período el lugar de privilegio que ocupó a fines del siglo XIX y principios del siglo XX (Gerchunoff y Llach, 2007).

En el caso particular de Ayacucho, en la década del sesenta se registra por primera vez un estancamiento en el crecimiento demográfico, como también un importante movimiento de población del sector rural al urbano y desde este a otros destinos de la provincia de Buenos Aires que brindaban oportunidades de empleo y desarrollo profesional.

También en este periodo se profundiza el proceso tendiente a la mayor presencia de los propietarios en la tenencia de la tierra, en detrimento del sector arrendatario, y por otra parte, la consolidación de explotaciones medianas y grandes. En cuanto a la existencia del ganado vacuno, tendió a mantenerse estable a lo largo de la década del `60, aunque a principios de la década del `70 empezó a crecer, mientras la presencia de la producción lanar inició su ocaso.

Políticamente, la Unión Cívica Radical de Ayacucho, que había gobernado la ciudad durante 18 años consecutivos (salvo pequeñas irrupciones mencionadas en el artículo), es apartada de la función del Ejecutivo municipal tras el golpe de Estado de 1966, con sus consecuentes intervenciones provinciales y municipales. El nuevo comisionado municipal, cuya presencia se extendió a 1972, debía legitimarse frente a una comunidad de la cual no era oriundo y en la que la Unión Cívica Radical, principal fuerza opositora, ejercía una fuerte gravitación.

La Fiesta Nacional del Ternero y Día de la Yerra irrumpe en esta coyuntura histórica. En la actualidad continúa celebrándose. Sin embargo, la esencia con la que la dotaron aquellos productores rurales que celebraban la yerra en la estancia San Bernardo se ha visto modificada. La sociedad se transformó y la significación de los elementos que son celebrados también. La fiesta se convierte, entonces, en un elemento de fundamental importancia para enriquecer nuestros conocimientos sobre las sociedades, sobre los cambios y las continuidades que en ellas se perciben en cuanto a su dinámica interna, sus sistemas de valores, sus tradiciones, la conflictividad social y las relaciones de poder que las atraviesan en un determinado momento de su historia.

N. de la R; fuente Mundo Agrario/ Silvana Villanueva – Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Cs de la Educación – Fiesta del Ternero.

2 Comments

  1. Walter Tolosa – Una de las personas que más me ha cautivado con su habla el DOCTOR CORDERO

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