El campo francés es la principal traba en el acuerdo con el mercosur

Son un sector influyente y presionan a Macron. Critican la producción de carne en Argentina y Brasil por la falta de trazabilidad y el uso de antibióticos.

Haute, la vaca mascota del Salón de la Agricultura en París, fue la única que no dijo ni Mu. Con su campana tintineante, curiosa, sociable, rubia, con estilizados cuernos y mamá de tres terneritos, ésta fiel representante de la raza francesa Aubrac posó diplomáticamente. A pesar de que ella y sus congéneres Charolais y Limousine, todas con excelente carne, pueden ser las más afectadas por los resquemores y oposiciones que produce en los agricultores franceses el acuerdo ente la Unión Europea y el Mercosur y los efectos sobre su producción, competencia y calidad sanitaria.

«Acuerdo Unión Europea -Mercosur. Productores y consumidores en peligro». El cartel verde en letras blancas estaba prolijamente desplegado en el predio donde estaban los toros Charolais y Limousine de 1100 kilos. Un escenario que se repetía en todo el Salón donde había vacas, toros o terneros. Para ellos, el acuerdo que Argentina y la UE proyectaban firmar inminentemente y se debate desde 1995 es una novedad a la que se oponen militantemente.

El tradicional y espectacular Salón de la Agricultura -que finaliza hoy en la capital francesa – desplegó la más extendida, coordinada y sostenida protesta de los productores bovinos y avícolas franceses contra la posibilidad de que se firme el postergado acuerdo Unión Europea Mercosur en Bruselas. No solo era una preocupación de los ganaderos sino una solidaridad extendida entre todo tipo de agricultores. Los productores agrícolas franceses ven el acuerdo como una amenaza a la calidad de su cultura alimenticia, a su estilo de vida, a su manera de producir y competir.

¿El problema? El mito. Ninguno de ellos sabe exactamente cómo se produce en el Mercosur. La mayoría no conoce ninguno de los países que lo integran pero todos hablan de la soja y el maíz genéticamente modificados, la utilización de hormonas y antibióticos en la producción -ilegales en Francia-, la falta de trazabilidad de los animales, los problemas sanitarios y la ausencia de controles rigurosos para detectarlos. Un déficit de comunicación y contacto es el principal problema a remontar para Argentina y los países del Mercosur para despejar al menos la tremenda desconfianza de los productores franceses hacia su aterrizaje en la Unión Europea.

Con 100 expositores, 4.050 animales de 360 razas diferentes que se exhiben durante 9 días, el salón es la exaltación francesa del mundo del «terroir», del que tan orgullosos están. Con 630.000 visitantes es una vidriera difícil de evitar. Los agricultores representan el 2 por ciento de la población activa francesa pero están muy bien representados. Son ellos el 13,7 por ciento de los alcaldes de Francia y el 12,2 por ciento de sus consejeros municipales. Con 70,2 mil millones de euros en el 2016, Francia registra la más fuerte producción agrícola de Europa. Representa el 17 por ciento del conjunto de la Unión Europea y es el primer productor de carne bovina en la UE, de cereales y azúcar de remolacha.

Mathieu Chateil llegó con sus vacas Limousine desde la Correze, «la tierra de Francois Hollande y Jacques Chirac» junto a su papá . «Si nosotros comparamos la producción nuestra a la de Argentina o Brasil, somos jardineros. Nuestras extensiones son pequeñas, las trabajamos con total dedicación, en familia. El costo de producción es diferente. Si ellos llegan y dejemos que lleguen, será un grave problema para todos los productores franceses. No hay trazabilidad en su ganadería, utilizan productos como antibióticos y hormonas que nosotros tenemos prohibidos y el precio será más barato», explicó a Clarín.

Para él, cada país del Mercosur presenta problemas diferentes: desde Brasil a Argentina, Paraguay y Uruguay porque las formas de producción y calidad son distintas. «Aún en Europa existen formas de producir que son diferentes a las nuestras. En España les dejan usar productos que nosotros no tenemos permitidos, en los animales», cuenta Mathieu, que tiene 200 hectáreas y 160 vacas en Correze.

Otro de los dramas que enfrentan los productores franceses es la demora en poder mandar el ganado a la venta. Deben esperar a veces un mes y medio o dos hasta que hay lugar en los mataderos y sus freezers para la faena. «Tenemos muchas regulaciones y problemas de acceso al mercado. Los consumidores franceses son exigentes y nos gusta que lo sean. Eso asegura la calidad de nuestros productos», afirma Mathieu.

Maestro es un toro Charolais de 1164 kilos. Llegó de la región de Cher con Patrice y Nicolás Gaec Barret, habitúes exitosos del Salón de la Agricultura por su reputada genética bovina. Los Gaec Barret son dirigentes rurales y militantes contra el acuerdo Mercosur-UE. «Si se firma sería una catástrofe para los productores franceses, para las regiones. Todo nuestro valor son las regiones. No hay trazabilidad en el Mercosur. Es uno de los principales problemas», explica Nicolás, este productor y dueño de «Les Bontemps», su campo de 280 hectáreas en Le Chatelet.

Todas estas quejas fueron escuchas por el presidente Emmanuel Macron en el Salón de la Agricultura, donde fue silbado. «No entrará carne con hormonas a Francia», prometió.

Pero el problema no es solo la ganadería. Los productores avícolas están preocupados por las importaciones de pollos de Brasil, cuando los consumidores han abandonado las carnes rojas y prefieren las pechugas en su dieta cotidiana. Macron fue recibido por un productor disfrazado: «Soy un pollo brasileño sin control sanitario», le dijo.

Pascal Jouse es uno de los agricultores de Loué, la región donde se produce el mejor pollo de Francia. «Nosotros producimos un pollo de calidad, criado en libertad, al aire libre, alimentado sin harinas animales. Usamos cereales, como trigo o maíz. No hay productos genéticamente modificados en ese menú. Es más caro, pero en Francia la gente está dispuesta a pagar más para comer mejor. Eso es lo que no entiende la Unión Europea ni el Mercosur. Francia sabe comer, es nuestra identidad. Está en nuestras raíces», advierte este productor de 4.000 pollos en 30 hectáreas en la Sarthe.

Francia se encamina a una revolución ecológica agrícola, con diferentes formas de producción, reducción de pesticidas y alimentación biológica. Productores, agricultores, consumidores y el gobierno están de acuerdo en llevar adelante esa transición armoniosamente, con ayudas financieras y orientación. Por eso la petición para que el Acuerdo Mercosur- Unión Europea no entre en vigor bajo ningún pretexto ha convocado más de 52.000 firmas en pocos días. Lo consideran «una amenaza seria para la salud y los derechos de los consumidores».

Nota de la R: Autor: María Laura Avignolo en Clarin